Hace ya muchos años que vamos a la deriva, demasiados diría yo. Siempre intentamos hacer ver que la culpa, a fin de cuentas, no es nuestra. Por regla general nos mienten, nos manipulan, nos reconducen e incluso nos re-educan. La verdad es que nada de todo esto es mentira, pero no sucede por mera casualidad. Somos culpables de permitir que nos manejen a su antojo y somos más culpables aún por complacientes e ilusos.
Pensamos que vivimos nuestra propia realidad, nuestra propia verdad y, como no, nuestra propia libertad con nuestras propias reglas... pues ni son nuestras, ni son propias. A lo largo de los años, los fenómeno "mass media" se han adueñado de nuestras vidas, haciendo que estas dependan de ellos para poder funcionar e interconectar los unos con los otros. En algunos casos, e incluso en todos ellos si fueran bien llevados, podrían ser una herramienta más a nuestro servicio, pero la triste realidad es que somos esclavos de nuestros deseos, de nuestras frustraciones... estas si que son nuestras y las vemos reflejadas en el cine, la tv, las revistas y, sobre todo, en la vida de personajes ajenos a nuestra realidad... famosos, ricos y millonarios, por su trabajo, por su cara bonita, por ser hijo de o simplemente por aparecer en un programa televisivo y mostrar todas sus virtudes y defectos como si fuese lo más normal del mundo. Podría llegar a serlo... pero es que esta pantalla endemoniada y todos los que la vemos, tiene el poder de transformar la realidad a través del más oscuro de los prismas... y de aquí, señores míos, nadie saldrá bien parado. Si a esto le sumamos un buen equipo técnico y unos directivos hambrientos de audiencia y falta de escrúpulos... creo que sobran los comentarios.
La cuestión de todo esto es que acabo de terminar de leer "Ácido Sulfúrico", de Amèlie Nothomb. Trata de un novedoso reality show en París llamado Concentración. Los concursantes son elegidos al alzar en la propia calle, secuestrados, introducidos en vagones y conducidos a un campo de concentración repleto de cámaras. Unos concursantes pasarán a convertirse en Kapos (verdugos) y el resto en internados que serán tratados como escoria mientras van siendo ejecutados día tras día por decisión del propio público. Sobra comentar las similitudes históricas y televisivas. Os dejo un fragmento del libro que me resulto especialmente interesante:
"(...)
- Me pregunto que secuencias interesarán más al público - dijo MDA802 durante la cena.
- Estoy seguro que son las escenas de condena a muerte - dijo un hombre.
- Me temo que sea cierto - prosiguió Pannonique.
- Las violentas también - dijo una mujer - La baqueta, los gritos, eso debe de entusiasmar.
- Sin duda - dijo MDA802 - y las escenas emoción: con esas seguro que se relamen.
- Según ustedes - preguntó EPJ327 - ¿Quienes son los culpables?
- Los kapos - respondió el hombre.
- No; los organizadores - intervino alguien que nunca abría la boca.
- Los políticos que no prohíben semejante monstruosidad - dijo MDA802.
- ¿Y usted que opina, Pannonique? - preguntó EPJ327.
Se produjo un silencio, como cada vez que la atención se dirigía hacia la joven.
- Opino que los máximos culpables son los espectadores - respondió.
- ¿No está siendo un poco injusta? - preguntó el hombre - La gente vuelve de una dura jornada de trabajo, cansada, de mal humor, vacía.
- Hay otras cadenas - dijo Pannonique.
- Sabe muy bien que los programas de televisión son a menudo el único tema de conversación de la gente. Esa es la razón por la cual todo el mundo ve lo mismo: para no quedar marginado y tener algo que compartir.
- Pues que todos vean otra cosa - dijo la joven.
- Eso es lo que debería de ocurrir, claro.
- Lo dice usted como si se tratara de un ideal utópico - retomo Pannonique - Sólo se trata de cambiar de cadena, no es tan difícil.
- No estoy de acuerdo - dijo MDA802 - El público se equivoca, es cierto ¡Pero de ahí ha decir que es el culpable! Su nulidad es pasiva. Los organizadores y los políticos son mil veces más criminales.
- Su perversidad está tolerada y creada por los espectadores - dijo Pannonique - Los políticos son una emanación del público. En cuanto a los organizadores, son tiburones que se limitan a acudir allí donde se manifiestan los fallos del sistema, o sea donde existe un mercado susceptible de proporcionarles beneficios. Los espectadores son culpables de formar un mercado que se los proporciona.
- ¿No cree que son los organizadores quienes crean el mercado, como un publicitario crea una nueva necesidad?
- No. La responsabilidad final recae en quien acepta ver un espectáculo tan sencillo de rechazar.
- ¿Y los niños? - dijo la mujer - Vuelven de la escuela antes que los padres, que no tienen forzosamente los medios para pagar una niñera. No se puede controlar lo que ven por la tele.
- Hay que ver como son - declaró Pannonique - buscan mil pretextos, mil indulgencias, mil excusas y mil circunstancias atenuantes cuando solo se trata de ser simple y firme. Durante la última guerra, los que eligieron la resistencia sabían que sería difícil, incluso imposible. Y, sin embargo, no se lo pensaron dos veces, no se perdieron en tergiversaciones: resistieron por la única razón de que no tenían manera de hacer otra cosa. Dicho sea de paso, sus hijos les imitaron. No hay que tomar a los niños por idiotas. Un crío educado con firmeza no es el cretino que intentan imponernos.
- ¿Tiene un proyecto de sociedad, Pannonique? - ironizó el hombre.
- Ni siquiera eso. Estoy del lado del orgullo y de la estima por uno mismo allí donde ellos sólo lo tienen por el desprecio. Eso es todo.
(...)"