En la lejanía los sonidos se confunden. Lo arbitrario se convierte en la sucesión correcta y armoniosa de un fin predeterminado, mientras que aquello construído de meticulosa forma no es más que el caos que intenta atraparnos mientras huímos de él. En la lejanía todo es engañoso, nada es claro y, desde luego, tu no ibas a ser menos.
En la cercanía también existe la lejanía, a la vez que en la lejanía también existe la cercanía. Todo es posible, el azar juega un papel importante, pero no hay azar sin una existencia real. Una mano guiada bajo una consciencia que presume de ser consciente, pero cuyo funcionamiento se rige fundamentalmente bajo la más pura de las inconsciencias.