Es entonces cuando entramos en un nuevo estado. Aceptamos que nada existe a nuestro alrededor y nuestro cuerpo deja de pesar. Somos parte de la nada y, al mismo tiempo, lo somos todo. Comulgamos con nuestro entorno, nos visionamos como un conjunto de ideas, de deseos, de conceptos... Nos proyectamos allá donde realmente nos necesitamos.
Nos convertimos en el guardián de nuestros anhelos. Nuestros temores se hacen presentes y se enfrentan a la realidad. La razón de los impulsos, los impulsos sin razón... Una complicada trama de autoengaños nos hacen creer que vamos por el buen camino, pero quizás sea eso lo que necesitamos ... ¿Y si realmente estamos en el buen camino?
Interrogantes firmes cuyas bases se desmoronan ante la insistencia del bienestar. Nunca fue tan complicado como pensamos, pero no es más que un camino por recorrer. El polvo se eleva a nuestro paso, permanece estático y cada una de sus partículas nos rodea.
La lentitud de la claridad, la velocidad de la verdad. Cálido colchón sonoro que mece mi destino hacia delante. Intento observar cual es el rastro que dejo a mi pasar y contemplo una hermosa alfombra roja aterciopelada.
Oscuridad, densa, pegajosa... una sola y un todo sin propiedad. Solo su ubicación espacial la hace presa de su propia realidad... una realidad divisible, tanto como personas elijan formar parte de ella... sssshhhhh....
3 comentarios:
De todo lo que he leído hasta ahora, esto es lo mejor..te hace pensar y esas son las mejores lecturas.
moooooola, tiene chicha, muyayo!!!
apertas
Es tán intenso que da un poco de miedo
bsitos guapo
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