martes, 28 de junio de 2011

Oculto en el pasado

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Quizás sea esta la última ocasión que tengamos. Nunca podremos llegar a saber con total certeza lo que ocurrió. El misterio generado alrededor de la muerte nos había cogido por sorpresa. Nadie esperaba que después de tantos años de rencor y sufrimiento exisitiese alguien que pudiese echarlo de menos. Pero ahí estaba ella, con señales por todo su cuerpo, como si de un mapa de carretera se tratase. Esa mujer, antaño hermosa y jovial, se había convertido con el paso del tiempo en la viva imagen del sufrimiento y la resignación. Amando a un hombre que nunca la mereció, echando por la borda una vida que nunca tuvo, acogió en sus brazos sus desgracias y desventuras. ¿Que fue lo que recibió a cambio? Golpes, insultos, humillaciones... en fin, de alguna forma ella misma se lo había buscado.

Recuerdo mi infancia junto a ella. Nunca podré olvidar mis primeros sentimientos, lo dessconcertado que me hallaba al no encontrar ninguna explicación a lo que me ocurría. Ella hacía que todo mi ser entrase en erupción. Sudaba, tartamudeaba, realmente lo pasaba mal, pero al mismo tiempo la felicidad me inundaba estando a su lado. Cuando me sonreía nada existía a mi alrededor y si tan solo me rozaba me sentía afortunado. Recuerdo aquel verano del 88, en el pueblo de nuestros padres. Ahí fue donde realmente llegamos a conocernos y convertirnos en los amigos que desde entonces somos. Llegamos incluso a besarnos y desde la más pura inocencia supimos que nuestro amor sería para siempre, pero no en ese sentido.

Así pasaron los años. Aunque fuese en la distancia seguíamos siendo uno. Nunca fallaba nuestro día de otoño. Desde muy jóvenes habíamos adquirido la costumbre de reunirnos el primer día de otoño y celebrar la llegada de dicha estación ¿Por qué Otoño? La verdad es que no sabría muy bien que responder al respecto, pero creo que de alguna manera define nuestra historia a lo largo del tiempo. Un camino de encuentros y desencuentros, de querer y no poder, de respeto y convicción.

Es por todo esto y mucho más que no pude perdonarlo. Desde su aparición, ella dejó de ser la misma. Se abandono en el olvido y misericordia para volcarse de lleno sobre él sin tan siquiera importarle las miserías por las que le hacía pasar. Yo no estaba dispuesto a permitirlo. No tuvo que pasar mucho tiempo, pero si pasaron muchas cosas que ahora mismo no quiero recordar. Eliminándolo se borraron los hechos, aunque más que borrados quedaron simplemente ocultos en el pasado.

jueves, 23 de junio de 2011

El último hombre

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Sin ganas recorre el camino desolado. Las monañas áridas y desiertas no son más que un mar de polvo en suspensión. Las nubes no permiten pasar la luz del día, las tinieblas se apoderan del lugar. El entorno que le rodea no es el más favorable, pero a él no parece preocuparle. Sigue su camino, sin pausa, decidido a llegar hasta el final. Sus ropas han ido desapareciendo tras infinitas batallas. Solo unos trapos consiguen resguardarle, el resto no es más que roña pegada al cuerpo. Suda por cada uno de sus poros. Avanza sin contemplaciones. El camino es cada vez más estrecho.

Ya está ahí, donde debe estar, o simplemente hasta donde puede llegar. Un acantilado. Mira hacia el cielo. Las nubes se abren ante él. Ve el sol por primera vez en mucho tiempo, aún así permanece inalterable ante el destello lumínico en su rostro. Está preparado, nada puede deternerlo. Del cielo desciende una majestuosa ave. Sabe lo que hacer. Extiende su brazo. El animal reposa sobre él y recoge sus alas. Emite un graznido al infinito y le mire directamente a sus ojos. Ambos permanecen detenidos en el tiempo. Sus miradas se convierten en una intensa transmisión de datos sensoriales más allá de lo comprensible. De repente, en un ágil movimiento realizado en apenas un segundo, él saca un cuchillo de su espalda mientras agarra al animal por el cuello. Este intenta huir, pero le resulta imposible. En una demostración de destreza le corta la cabeza de un solo golpe. La tira al suelo y alza el cuerpo aún caliente. Lo gira desde arriba hacia abajo, haciendo que su sangre caiga sobre él. Abre la boca y bebe todo lo que puede. Ya está hecho. La transformación ha quedado consumada. Se despoja de todo y una vez desnudo grita al sol dando rienda suelta a toda su furia contenida. Seguidamente, sin pensarlo dos veces, salta al vació.

La leyenda dice que una vez consumida la sangre de los dioses, el elegido volaría hasta el fin del mundo. Este sería el último paso que daría comienzo a un nuevo ciclo, una nueva era.

¿Quien dice que el fin está cerca?