lunes, 4 de mayo de 2015

Envuelto en ti - Parte III


Así pasó el tiempo, inexorable, como siempre. Sobra dar explicaciones, pero la fusión se llevó a cabo. No pretendo ser metafórico, simplemente contar la verdad. La única e indistinguible verdad. Ella nunca pudo ni podrá saber de mi existencia, o quizás sería más conveniente decir de mi no existencia. Tanto da. La cuestión es que mis deseos, malinterpretados gozosamente y llevados a cabo de la forma más cruel, se cumplieron. Las estrellas se alinearon y el universo, como dios todopoderoso, hizo de mi un ente que perduraría por el fin de los días a su lado. Sería su protector, pero también un observador. Magia o destino, deseo o casualidad. La pasión me convirtió en algo que nunca pude esperar.

Por fin había huido por completo de mi vida anterior. Literalmente ya no había vida. Solo viviría a través de ella. Tan solo observarla me llenaba de satisfacción, pero aún así no estaba dispuesto a dejar que nadie se acercara a ella. No hace falta que digáis nada. Ya se que un acto de amor verdadero permitiría que encontrase la felicidad allá donde fuera, pero yo, aún transformándome en la nada que todo lo rodea, seguiría siendo, en cierta manera, aquel ser egoísta que siempre fui ¿Habría valido la pena todo lo que en su día abandoné? ¿Tan solo se trataría de un cambio físico? Tantas preguntas con difusas respuestas. La verdad, a fin de cuentas, sería aquella que yo eligiese. Ya nada importaba, ni tan siquiera mis deseos.