lunes, 20 de diciembre de 2010

La discontinuidad de lo continuo

poseidon

Sin escapatoria alguna, mis alas jamas han vuelto a acariciar el cielo. El resultado es una prisión abandonada de puertas abiertas. El óxido se ha apoderado de todo a mi alrededor y no puedo dejar de pensar que quizás no es más que la fuerza de la costumbre lo que me impide salir al exterior.

No tengo palabras para explicarme, pero tampoco pretendo encontrarlas. La dulce muerte, la agonía lenta y cálida que me abraza como una amante que no te dejará escapar. Y tu... ¿que vas a hacer? ... ¿abandonarte? ... ¿dejarte ir? ... El oxígeno ya no llega bajo el mar. Mis branquias obstruídas no me permiten ver la luz. La oscuridad, fría pero cálida, se convierte en mi confidente. Enterna contradicción. Mis deseos se confunden con mis miedos. Mi Yo se confunde con mi Superyó mientras que el Ello se mantiene al margen. La discontinuidad de lo continuo.... exacto, eso mismo es lo que pienso mientras me hundo...

La discontinuidad de lo continuo...
... oscuro y frío.

La discontinuidad de lo continuo...
... ausente en mi mismo.

La discontinuidad de lo continuo...
... extrañar lo obtenido.

La discontinuidad de lo continuo...
... continuar con mi camino.

2 comentarios:

Ariadna dijo...

Muy oscuro está usted hoy... Puro contrasentido. Y qué se le va a hacer si es que somos así...

Tal vez la solución sea tomarnos un poco el pelo, mirar al tipo del espejo e invitarle a pasear, sacarlo fuera, dejar que tome un poco el aire, observar a los niños y a los perros y darse cuenta de que todo en el fondo es mucho más sencillo

Un abrazo

Ana Dias dijo...

And... he is back... :)
We missed you!