domingo, 28 de octubre de 2018

Somos parte de aquello que nunca existió


Sumido en el olvido no pudo más que gritar bajo el mar. La falta de oxígeno le hizo ver una nueva realidad. La soledad en la que se encontraba resultaba extremadamente esclarecedora. El imponente silencio marcaba su ritmo y así fue como, poco a poco, empezó a comprender, a entender su propio lenguaje y a romper el cascarón en el que tantos años había escondido su verdadero yo.

Una vez fuera del mar, tumbado en la arena roja, contemplaba el cielo oscuro mientras sentía como el agua abandonaba su cuerpo dejando a su pasar un rastro salino. No había nadie a su alrededor y si lo hubiera tampoco se habría percatado. Un viento cálido susurraba su nombre una y otra vez intentando hechizarlo en un baile sin fin. Los elementos cobraban vida en la nocturnidad y él no era más que un invitado ajeno a si mismo. Pero eso estaba a punto de cambiar. Una vez alcanzado el nivel de cognición necesario, la transformación no era más que una cuestión de tiempo y justamente eso, el tiempo, era algo que comenzaba a perder su valor. Su propio significado acabaría por valer nada, esa nada a la que tanto se había acostumbrado. Todo esto no le supondría ningún esfuerzo. Ahora lo veía claro. Su destino no era más que un sueño auto impuesto, un camino en el que nunca tuvo nada que decir. Por fin comprendió que su vida no le pertenecía.

El abandono no fue tal. Tan solo fue la aceptación de una existencia mayor. Aquella sal que como un amante acarició su cuerpo, resquebrajó su piel hasta romperla. Esta cedió rendida a los encantos de la naturaleza. La carne se hundió en si misma, regocijándose de su propia existencia. La sangre mantenía su entusiasmo sin huir a ninguna parte y los huesos tan solo abrían puertas allá donde fuera necesario. La tierra, como el mar, reclamaba aquello que siempre le había pertenecido. El viento gritó su nombre por última vez y el mar contuvo su aliento. Tan preciado silencio fue su bienvenida. La comunión había sido llevada a cabo. Sus problemas, si alguna vez existieron, se desvanecieron para siempre.

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