lunes, 4 de mayo de 2009

Delicioso - Parte 1 de 3

Francis Bacon

El frío se hace cada vez más intenso mientras pasan las horas. La noche cae y mi estado de hibernación comienza a convertirse en una alerta de superviviencia. Realmente esta es mi vida, mi sustento, pero al mismo tiempo es mi pasión. Aunque el hambre es aterradora y el dolor me acompaña en cada movimiento, me divierte ver como cualquiera que pasa ante mi podría ser una presa más. Al principio no son más que rostros rebosantes de prepotencia que me observan con desprecio, pero no es más que eso, solo el principio. Desde su posición no soy más que un tirado, un indigente más que se arrastra por los suelos suplicando una mísera limosna, un borracho sucio, un incordio en sus impolutas vidas. Pero esto que ellos ven no es más que una mera máscara. Al final se lo que va a ocurrir, siempre es lo mismo, pero me sigue llenando de placer. Su altanería, irremediablemente, se transformará en terror, en súplicas. Entre otras cosas, es de lo que me alimento.

El callejón en el que vivo durante estos días no es muy diferente a cualquier otro. Sucio, húmedo, lleno de escombros y restos. Se haya muy cerca de una zona de ocio nocturno donde la juventud no hace más que vivir del vicio, drogas, alcohol, sexo... en definitiva, la combinación perfecta para que mi experiencia sea aún más plena. Frente a mi tengo un espejo roto en el que mi reflejo, aunque vago, me hace ver la perfección de mi camuflaje. Diferentes prendas a cual más horrible, llenas de mugre y despidiendo un olor nauseabundo que casi hace que me empalme. Mi rostro es imposible de adivinar bajo una densa barba y una alocada melena apelmazada por la cantidad de suciedad acumulada. Muchos en mi condición sentirían la miseria y el abandono, para mi no es más que un medio a través del cual conseguir lo que quiero, cuando quiero y como quiero.

Podría elegir una víctima, la que más desee, pero os aseguro que me proporciona mucho más placer esperar hasta que ellas mismas vengan a mi. Creo que no es muy dificil imaginarse la razón. Es matemática pura, un callejón en una zona de bares + un indigente tirado + un sin fin de jóvenes borrachos... la fórmula es evidente y el resultado demoledor.

(...)

2 comentarios:

Ros dijo...

esto promete si señor

Ariadna dijo...

Brrrr... Me pones los pelos de punta!

Más, por favor!