viernes, 2 de octubre de 2009

24 horas

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24 horas fueron las que sus ojos emitieron una señal defectuosa. 24 horas en las que el dolor y un gran nerviosismo se apoderaron de todo su ser. No podía ver, como si de un velo se tratase, la vida no era más que un manchón borroso donde la luz apenas existía. Ante tal debacle, la única opción viable era dormir y esperar que el día pasase, pero ni tan siquiera eso era posible. Al cerrar sus ojos, una enorme picazón imposibilitaba cualquier tipo de descanso. Dándole vueltas a la cabeza, termino por pasar gran parte del día pegado a su teléfono. Llamadas sin sentido, reencuentros con personas de las que hacía mucho tiempo no sabía nada y todo por un interés propio. Parece triste, pero esto no es más que un claro ejemplo de nuestra condición humana. Aún así, fueron varias las sorpresas.

Fueron pasando las horas y poco a poco su visión comenzaba a recomponerse. A última hora de la tarde ya podía ver, pero seguía faltando luz. Todo a su alrededor era una burda imitación, una estrambótica realidad cuyas pinceladas añadían una ténebre lectura. Parecía haber cruzado a una nueva dimensión donde una realidad alternativa coexistía sin nuestro conocimiento.

De vuelta a su hogar, la calle se presentaba como un desierto de hormigón y cemento. Las farolas apenas desprendían un halo de vida y el cielo oscuro había engullido cada una de las estrellas que tantas noches alimentaban su nueva vida.

Pensó que nada de esto era real, pero si, si que lo era y tenía total certeza de ello. Al llegar a su casa fue directo a su cuarto, introdujo las medicinas adecuadas en cada uno de sus ojos y se desnudó. Cerró la puerta y, mirando hacia el norte, extendió su mano. Pasaron unos breves pero intensos instantes. Su cuerpo permanecía en la más sinuosa inmovilidad. De repente, de entre la oscuridad, surgió una delicada mano que, tímidamente, se apoyó en la suya.

- Ahora solo estamos tu y yo - dijo mientras sonreía.

Nunca más volvió a ver, la oscuridad se había apoderado de su persona de por vida, pero no le importaba, era feliz y la última de sus visiones había permanecido con él hasta el fin de sus días.

3 comentarios:

Cosechadel66.es dijo...

La ceguera es una de las cosas que más miedo me da... ojalá no tenga que hacer la prueba.

Carpe Diem

El mejor profeta del futuro es el pasado dijo...

Totalmente de acuerdo, debe de ser una pesadilla sin fin! ... aunque como todo, si ocurre, no queda más remedio que amoldarse y aprender a vivir esa nueva vida, sea com sea... crucemos los dedos y toquemos madera...

Ros dijo...

que bonita historia. me da que nos gusta la melancolía.